*Primera exposición monográfica organizada en España dirigida al examen de las copias y versiones hechas en el taller de Leonardo.
María Esther Beltrán Martínez Fotos: Museo Nacional del Prado
Madrid, España.- El Museo Nacional del Prado presenta la exposición Leonardo y la copia de Mona Lisa. El público disfrutará de una significativa selección de obras, la mayoría realizadas y pintadas por discípulos y seguidores de Leonardo da Vinci, junto a diferente material gráfico y reflectografías infrarrojas, ayudan a ilustrar las ideas del maestro.
La curadora de la exposición es Ana González Mozo, Técnico Superior de Museos en el Gabinete de Documentación Técnica del Museo Nacional del Prado quién explica que el estudio técnico y restauración de la obra catalogada con el número 504 en el Museo Nacional del Prado dieron a conocer que se trataba de la copia más temprana de Mona Lisa conocida hasta el momento y uno de los testimonios más reveladores de los procedimientos de trabajo del taller de Leonardo, otras investigaciones han permitido asignar al mismo autor la copia de la Santa Ana conservada en el Hammer Museum de los Ángeles.
“Teniendo como eje articulador la copia de Mona Lisa y la información proporcionada por las imágenes científicas proporcionadas por nuevos dispositivos de análisis, se profundiza sobre la figura poco convencional de Leonardo como maestro y otros temas del Renacimiento: la importancia de la idea, el concepto de original, la función y los tipos de copias y derivados de los prototipos creados por los grandes maestros. Las pinturas expuestas, que tienen su origen en dibujos y pinturas del artista, además, ayudan a comprender cómo el bagaje teórico de Leonardo fue asimilado por sus discípulos y contribuyen a dar sentido a muchas de las ideas y observaciones reflejadas en sus notas”
Sobre los estudios técnicos explican que han confirmado que las copias de las obras más apreciadas por Leonardo –las de Mona Lisa, Santa Ana y Salvator Mundi- se hicieron junto a él y bajo su supervisión. La elaboración de todas ellas es muy cuidada, los materiales son costosos y conservan la personalidad de quien las hizo, un autor aún no identificado. Dos de ellas reproducen estados intermedios de la lenta ejecución de los originales, lo que las convierte en testimonios excepcionales de las reflexiones y correcciones del maestro durante su creación.
Y que el análisis comparativo de las reflectografías infrarrojas de la Mona Lisa del Louvre y su copia del Prado revelan idénticos detalles ocultos bajos sus superficies, lo que confirma que sus autores trabajaron en paralelo y que el copista reprodujo gran parte del proceso de elaboración del original, sin tratar de suplantarlo. Muchas modificaciones invisibles en la Mona Lisa de París se repiten en la tabla de Madrid. En esta también se observan correcciones y líneas de dibujo libre, sin relación con el original, que reflejan las dudas de nuestro pintor y nos hablan de un proceso más complejo que el de una simple copia. “La importancia que dio Da Vinci a sus ideas se confirma en los cuadros ejecutados por sus discípulos a partir de su obra gráfica, entre ellos lo de Leda y el cisne, una composición solo pintada por ellos y de la que existen diversas variantes. Se conservan bocetos de Leonardo para el peinado y la postura de la reina, semiarrodillada y en pie. Las pinturas conservadas, excepto una, obra de Giampietrino, muestran así a la figura. El reto que se les planteó a sus autores al representar el asunto fue aunar el cuerpo y el paisaje ayudándose del cabello y la vegetación como elementos transmisores de movimiento, efecto que Da Vinci reprodujo de manera ejemplar en los dibujos. Las versiones pintadas de Leda son una clara muestra de cómo los seguidores del maestro aprovecharon sus ideas y material de trabajo. Así se descubre en la Leda de Giampietrino, cuya reflectografía revela un sistema mecánico de traspaso de la composición al soporte a partir de un cartón, quizás original de Da Vinci, y bajo ella otra composición del maestro transferida previamente, la de Santa Ana.